Muchas veces la vida lleva el hombre al punto de decisión. De hecho, se toman decisiones cada día. A veces se hacen casi sin pensar. Otras veces la decisión requiere mucho pensar y considerar. Las decisiones que se consideran más importantes se hacen con más cuidado. Quizá la pregunta sería, ¿qué consideras importante?
Dios, cuando creó al hombre, le dio el privilegio de elegir. No podemos evitar esta responsabilidad ni los resultados de nuestras decisiones, porque muchas tendrán consecuencias eternas.
Vamos a ver las decisiones que algunos hombres de la Biblia tomaron. Algunos escogieron bien y otros no. Moisés, el hombre de Dios, eligió “antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Él miraba al galardón que recibiría después de esta vida. Escoger la compañía de los creyentes en efecto es elegir bien.
Antes del diluvio, “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Génesis 6:2). Por sus decisiones carnales terminaron en ser destruidos.
“Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán . . . y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (Génesis 13:11-12). Las tierras fueron muy fértiles y él fue bendecido materialmente, pero perdió todo cuando Sodoma fue destruido.
José, como un joven, escogió ser moralmente puro y honesto, y le concedieron los honores más altos en el reino de Egipto (Génesis 41:41).
Josué, un siervo de Dios, desafió al pueblo de Israel a elegir, “escogeos hoy a quién sirváis”. Él dijo: “Pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).
El pueblo contestó: “Serviremos a Jehová”. Mientras que temían al Señor y le servían fielmente, ellos prosperaron.
Durante el tiempo del profeta Elías, el pueblo se había olvidado de las obras grandes que Dios había hecho para ellos. Muchos volvieron a adorar los ídolos, que desagradó mucho al Señor. Él utilizó a Elías en este tiempo crucial en una manera espectacular para mostrar su poder ilimitado. En el monte Carmelo, Elías llamó el fuego que bajaba del cielo y consumió el sacrificio que él había preparado, así comprobando que Dios verdaderamente es Dios. Él preguntó al pueblo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él”. Después de ver caer el fuego, “se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 Reyes 18).
Daniel, un joven cautivo en el país de Babilonia, escogió en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que tomaba (Daniel 1:8). Resultó que él y sus tres compañeros, quienes también escogieron noblemente, eran favorecidos por Dios y el rey. Si no habían elegido así, los ejemplos de Daniel en el foso de los leones y de los tres hombres en el horno de fuego ardiendo no hubieran sido registrados en la Biblia.
Jesús nos dio una parábola de un padre que tenía dos hijos. Uno escogió recoger su herencia e ir a un país lejano. No escogió bien. Después de gastar todo lo que tenía, se dio cuenta del gran error que había cometido. Escogió volver humildemente a la casa de su padre. ¡Qué bendita reunión debe haber sido! (Lucas 15:11-32).
Nuestro señor Jesús fue prendido y llevado ante Pilato. Los judíos dieron voces diciendo: “Si tú sueltas este hombre, no eres amigo de César”. Pilato reflexionó sobre la situación. Consideró a César y al glorioso Señor que estuvo parado delante de él. Hizo su decisión y entregó a Jesús a ser crucificado (Juan 19).
Escoger al mundo con sus placeres terminará en destrucción (2 Pedro 3:10-11).
Relacionarse con los hijos de Dios en vez de ir por el camino del mundo es elegir sabiamente. Tener a Cristo como nuestro compañero nos lleva a la presencia de un consejero sabio quien nos guiará en todas las decisiones de la vida.
Querido amigo lector, ¿has hecho la decisión de seguir a Jesús? ¿Es Jesús más precioso y acercado a ti que cualquier otra persona en este mundo? ¿Has aceptado sus caminos como tus caminos? ¿Has entregado tu vida a él? ¿Has confesado y abandonado todos tus pecados? ¿Es su Palabra preciosa para ti, más dulce que cualquier otro libro? ¿Has escogido un lugar secreto donde, en meditación y oración, estás en comunión con tu Señor? Si eres de él, y él es tuyo, estás experimentando el estado más bendecido. Es un anticipo del cielo, y elegir correctamente cada día conducirá a la felicidad eternal.