¿QUÉ DICE DIOS?
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos,…amadores de los deleites más que de Dios, (2 Timoteo 3:1, 2a, 4b)
Una de las metas principales en la vida del hombre es la felicidad. La felicidad puede ser difícil de encontrar. Muchas personas buscan la felicidad en los placeres y las diversiones. Buscan satisfacerse por hacer lo que les “da gusto”. Lo que “da gusto” en verdad puede ser perjudicial a su carácter y a su bienestar espiritual.
Mucha gente ha llegado a creer que la felicidad se encuentra en tener “más”. Se cree que el tener más bienes y conveniencias puede satisfacer. Por tener más tiempo libre y más libertad para actividades como los pasatiempos y deportes, esperan sentirse saciado. El sistema comercial y los medios de comunicación explotan esta creencia al máximo. Se sugiere que su producto o experiencia ofrece lo que otros no pueden. Compras se hacen que satisfacen sólo para un corto tiempo. Viajes se hacen con la esperanza de que algo más duradero pueda ser experimentado. Nuevos vehículos y más y mejor equipo deportivo se busca y se compra, pero esto no trae la verdadera paz.
Con intención de satisfacerse, la gente busca algo nuevo, algo impresionante, hasta algo violento o atrevido. Los parques recreativos ofrecen atracciones y aventuras que alcancen el límite de las emociones y prueban la resistencia del cuerpo y mente. La industria de entretenimiento ha respondido a los deseos de los hombres con resultados asombrosos. La televisión, películas, radio, internet, revistas y libros abundan con entretenimiento que es, al decirlo claro, vergonzoso. Por estos medios los deseos lujuriosos y golosos de la sociedad están atendidos. Muchas horas están gastados por el mirar, leer y escuchar materia que perjudica la mente, cuerpo y alma, y por consiguiente, el hogar.
Muchas veces el entretenimiento está usado como un medio para escapar la realidad del vacío que sentimos adentro. Las personas solitarias buscan algo para consolar el hombre interior. ¿Qué es en verdad lo que deseamos? ¿Qué en verdad responderá a las necesidades del alma? ¿Puede ser hallado en estos placeres? Aparte del gusto que recibimos de estas actividades, hay un deseo subyacente de sobresalir. Hay un deseo de superar nuestros semejantes o la norma establecida. Este deseo motiva a muchos buscar el renombre. El mundo deportivo exige y adquiere mucho dinero y atención. Hombres y mujeres dan la mejor parte de sus vidas a este esfuerzo.
Muchos de estos entretenimientos y actividades se buscan mayormente para el placer y gratificación propia. Nos preocupamos más por lo que nos beneficia que por lo que beneficia a otros. Mucho de la participación en los deportes, diversiones y actividades está motivado por el egoísmo. El éxito personal y los placeres son el impulso no expresado detrás de estos ampliamente aceptados pasatiempos.
Al dedicarse a este esfuerzo egoísta, lo siguiente pasa: las iglesias decaen, los programas de bienestar social están dejados al gobierno, y las personas indigentes pueden ser alimentados, más no atendidos. Aún más trágicamente, los niños no hallan la seguridad de un hogar estable. La gente se desilusiona con la vida que a su ver es sin sentido y vacío. Lo hallan cada vez más difícil hablar de las cosas que tienen valor. Se llena el vacío en el corazón con placeres egoístas, y así se oculta lo que falta en lo interior. Dios queda fuera.
EL ALMA DEL HOMBRE TIENE SED
Jesús dijo en Juan 4:10, 13 y 14 que tiene agua para darnos que siempre saciará nuestra sed. La necesidad profunda del alma ha de ser saciado. El alma es eterna, y sólo se saciará con verdades eternas.
La Biblia enseña que el cristiano es una persona contenta y feliz. Enseña que la felicidad se encuentra sólo por buscar primero la voluntad de Dios. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Los hombres buscan la felicidad por medios egoístas, pero ni la fama, ni la fortuna, ni los placeres pueden proveer más que una gratificación momentánea.
Mucho de nuestra inquietud resulta de la incertidumbre tocante a nuestra relación con Dios. La cuestión del pecado, si no está resuelto en nuestra vida, afecta nuestra paz y causa que nos sentimos condenados. Los pecados llevados al Señor, sean grandes o pequeños, pueden ser borrados para siempre.
Dios tiene un plan para nosotros de modo que podemos sentirnos satisfechos. Dios quisiera dirigirnos a una sumisión completa a su voluntad, lo cual produce una satisfacción y paz que sobrepasan todos los placeres terrenales. Si seguimos la dirección de la Biblia, llena por completo cualquier necesidad que tenemos.
La Biblia enseña que podemos tener una comunión íntima con Dios. Su palabra puede ser la meditación del corazón. La paz nos puede acompañar de día y noche. El Espíritu Santo ha de ser nuestro consuelo y compañero constante. Esta relación espiritual con Dios es para cada quien que está nacido de nuevo y dispuesto a someterse voluntariamente a la dirección de Cristo en todas las áreas de su vida. Esta comunión íntima con Dios nos inspira a una vida de servicio que tiene muchas recompensas.
Las diversiones ofrecidas por el mundo no promueven el crecimiento cristiano. Las actividades, placeres y aun los modos de pensar que sirven al sí mismo, son contrarios a la vida en Cristo. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15-16). Pablo enseña en Romanos 8:5-7 que la mente carnal es enemistad contra Dios. La mente carnal ama las cosas de la carne en lugar de las cosas de Dios. El camino de los placeres parece tan bueno; sin embargo, reemplazará la devoción que necesitamos tener hacia Dios. Somos advertidos que en los postreros días, “habrá hombres amadores de sí mismos… amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:2-4).
La Biblia tiene la respuesta para los que quieren saciarse en los placeres. Romanos 12:1-2 dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. El transformar la mente y la regeneración del corazón son esenciales si queremos agradar al Señor y hacer un juicio correcto de estos asuntos. Las diversiones y los placeres, cuando visto por la realidad de la eternidad, son un abuso serio de nuestros recursos y vidas.