Hace muchos años, los hijos de Israel viajaban de Egipto a Canaán. Eran una nación de alrededor de un millón de personas. Dios les sacó de Egipto de una manera milagrosa y Moisés era su líder. De noche les iluminaba con una columna de fuego, y de día los protegía del calor con una nube.
Poco después de salir, sus enemigos, los egipcios, los siguieron y los alcanzaron en el Mar Rojo. Dios instruyó a Moisés que extendiera su vara sobre el mar, y las aguas se dividieron para que los israelitas pudieran cruzar en tierra seca. Cuando los egipcios los siguieron, el Señor causó confusión entre ellos. Entonces las aguas volvieron a juntarse y el ejército egipcio se ahogó en el mar. Cuando los hijos de Israel vieron que fueron rescatados de su enemigo perseguidor, cantaron un canto de victoria.
En su viaje se encontraron con otras pruebas y tentaciones, como la falta de agua y comida. El Señor escuchó sus clamores y les dio agua de una roca, comida (maná) del cielo y carne de codorniz.
Muchos de esos israelitas cayeron en pecado cuando eran tentados. Sin embargo, el Señor era bondadoso y paciente con ellos. Una y otra vez trató de inculcarles con la necesidad de tener fe en él. Necesitaban aprender a obedecer sus enseñanzas como se las dio a Moisés.
Una vez cuando los israelitas habían hablado contra Dios y contra Moisés, el Señor envió serpientes venenosas entre su campamento como castigo. (Números 21:6). Mordían a la gente. Hubo mucho llanto entre ellos, porque fue una mordedura dolorosa y mortal. “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo” (Números 21:7).
El Señor mandó a Moisés a hacer una serpiente de bronce y ponerla sobre una asta para que todos pudieran verla. Dios prometió que todo el que fuera mordido por las serpientes venenosas y mirara hacia arriba con fe a la serpiente levantada sería sanado. Los que miraron fueron sanados. ¡Qué maravilloso y sencillo era el método de ser sanado! ¿Crees que hubo algunos que fueron mordidos que rehusaron buscar el remedio?
Notamos en Números 21:7 que el pueblo primeramente reconoció su pecado, se arrepintió de su desobediencia y ansiaban ser sanada. Dios no nos salva hasta que nos arrepintamos y nos alejemos de nuestros pecados. Jesús predicó: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Se nos invita a mirar al crucificado, el que fue levantado para que podamos ser sanados. (Juan 12:32).
El pecado, como la mordedura de serpientes venenosas, es letal. Sólo hay un remedio para el pecado: la limpieza por la sangre de Jesucristo (1 Juan 1:7). Nuestro Padre celestial ha provisto esta forma para sanar a todos los que han sido mordidos por Satanás; es decir, todos los que han pecado. Nuestra única esperanza es mirar con fe a Jesús. Fue clavado en la cruz y derramó su sangre para la remisión de los pecados. (Romanos 3:24-25). Jesús mismo dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15). “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:22).
¿Vas a mirar?