“Venid, ved.” Estas palabras escritas en Juan 4:29 fueron habladas por una mujer samaritana con un sentido de asombro y admiración. Ella acababa de conocer un hombre en el poso del pueblo que dijo que era el Mesías. Aunque no hablaron muchas palabras, algo le convenció que Él sabía todo acerca de ella. Ella sintió su amor y compasión aunque estaba viviendo en pecado. Con urgencia regresó a su pueblo, olvidándose de su cántaro. “Venid,” ella dijo, “venid a ver y escuchar por ustedes mismos”.
Jesús vino al mundo con un mensaje de esperanza. Extendió su amor y compasión a todos, aun a los rechazados de la sociedad. Él sanó a los enfermos, consoló a los desconsolados y predicó la salvación. Muchos recibieron sus enseñanzas y le siguieron. Los líderes religiosos sintieron amenazados por su mensaje de amor y humildad y conspiraron a matarle. Fue entregado, prendido y sentenciado a la muerte. Seguido por un motín enojado, soldados romanos llevaron a Jesús al monte de Gólgota y le clavaron en una cruz de madera entre dos ladrones.
Jesús fue crucificado a las nueve de la mañana. A medio día, el cielo se oscureció por tres horas. Después, Jesús clamó en voz alta: “Consumado es”, y entregó su vida. Hubo un gran terremoto que quebró las piedras y abrió muchas de las tumbas.
Los discípulos de Jesús bajaron su cuerpo de la cruz. Cariñosamente lo pusieron en una tumba nueva y cerraron la entrada con una piedra grande. Temprano en la mañana del tercer día hubo otro terremoto grande. Un ángel del cielo bajó y quitó la piedra de en frente de la tumba. Algunas mujeres que amaban a Jesús vinieron a ungir su cuerpo, y fueron sorprendidas a encontrar la tumba vacía. Se encontraron con ángeles que les dijeron: “No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras” (Lucas 24:6-8).
Después de su resurrección Jesús congregó con sus discípulos en un aposento alto. Les mostró las heridas en sus manos y costado y les bendijo con la paz de Dios. Pasó cuarenta días enseñando y hablando de las cosas pertenecientes al reino de Dios. El plan de salvación fue completo con su muerte y resurrección.
Un día mientras hablaba con sus discípulos, Jesús les instruyó esperar en Jerusalén hasta que recibieran el poder del Espíritu Santo. Esto les habilitaría testificar por Él donde quiera que fueran. Cuando terminó de hablarles, alzó sus manos, les bendijo y ascendió al cielo. Mientras los discípulos le observaron ascender, dos hombres vestidos de ropa blanca aparecieron y les dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).
Así que, cuando la gente de Samaria escuchó el mensaje de Jesús, creyeron en Él. Dijeron a la mujer: “Ahora creemos, no por lo que dijiste, sino porque le hemos escuchado nosotros mismos y sabemos que de veras Él es el Cristo”. El evangelio de Jesucristo, que incluye sus enseñanzas, muerte y resurrección, es el poder de Dios para la salvación. Para experimentar la salvación, ven a Jesús, arrepiente y abandona el pecado. Cree en el Señor Jesucristo como tu Salvador personal y entrega tu vida a Él. Entonces por el poder del Espíritu Santo, podrás amar y perdonar a todos, aún tus enemigos. A los cristianos que continúen en obediencia fiel, Jesús da poder para vivir victoriosamente sobre el pecado.
Jesús ahora está en el cielo intercediendo por la humanidad y preparando un lugar para los fieles. (Juan 14: 2-3). Algún día pronto regresará a juzgar al mundo. El apóstol Juan escribió acerca de ese día. “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él . . . Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos . . . y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:11-12). Dios separará las personas que vivieron en descreimiento egoísta de los fieles seguidores de Jesucristo. Recibirá a todos los fieles en las mansiones celestiales que Él ha preparado.
¿Conoces tú al que sabe todo acerca de ti? ¿Estás experimentando el poder de la resurrección hoy día? Si no, ven. ¡Ven y ve al Señor resucitado!