La historia de la humanidad es oscurecida por conflictos, pleitos y derramamiento de sangre causados por los celos, la ira y el odio. Los conflictos no resueltos llevan a relaciones rotas y cicatrices emocionales. Muchos viven con miedo y desconfianza. Debido a sus circunstancias o las cosas que han sufrido, muchos se vuelven amargados.
El amor resuelve conflictos y construye puentes en lugar de muros. Ayuda a evitar enfrentamientos. “La blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). Estar lleno del amor de Jesús nos capacitará perdonar a los que nos han lastimado y amar a nuestros enemigos.
Jesús enseñó la paz por medio de amar y no resistir
En el Sermón del monte, Jesús enseñó el camino de paz. Ya no es “ojo por ojo, y diente por diente” (Mateo 5:38). Más bien, “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).
Jesús vivió lo que enseñó
Jesús demostró paz y gracia en su juicio y crucifixión injusto. En Mateo 27:11-14, está escrito cómo Jesús fue falsamente acusado e insultado y cómo lo soportó en silencio. Mientras moría en la cruz, oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
La iglesia primitiva siguió el camino de paz
Esteban, el primer mártir cristiano, era un devoto de Jesús. Él habló abiertamente del reino de paz que Jesús estableció. Los líderes religiosos lo acusaron de blasfemia, y con ira lo expulsaron de la ciudad. Mientras lo apedreaban, mantuvo su integridad y sin represalias demostró el camino de paz y perdón. Hechos 7:60 dice: “Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió [murió]”.
El apóstol Pablo escribe: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:17-21).
El apóstol Pedro nos anima a ser como Jesús, “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). [Véase también 1 Corintios 4:12-13].
¿Cómo es posible seguir el camino de paz?
Se requiere más que un esfuerzo propio para practicar los principios de paz y el no resistir. Es necesario nacer de nuevo en Jesucristo y ser convertido. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Cuando Cristo mora en el corazón, experimentamos la “paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). El discípulo de Cristo se esforzará a practicar la paz en todo. Hay poder para seguir el camino de paz porque el Príncipe de Paz mora en el corazón.
En el hogar
La paz es fruto del amor verdadero, y el hogar es un lugar importante para practicar el camino de paz. Un matrimonio necesita una comunicación abierta. La comprensión amable y el perdón diario ayudarán a resolver las diferencias. Los niños encuentran seguridad cuando los padres se someten a Dios y a su orden de amor en el hogar. Los niños aprenden por medio del ejemplo la gracia de compartir y someterse. La crianza consistente del niño promoverá un ambiente hogareño tranquilo. En lugar de pelear, poner mala cara o resistir en silencio, cada miembro de la familia debe practicar la paz. (Mateo 5:9, Efesios 4:31-32)
Para aquellos que se encuentran en dificultades matrimoniales, hay esperanza en el camino de paz. Se puede encontrar dirección en la Palabra de Dios y en consulta con un fiel pastor o consejero cristiano. El poder de la oración y la resignación a Dios obrará milagros. Los matrimonios problemáticos pueden revivirse y florecer por la gracia de Dios.
En la comunidad
Un cristiano será abierto, razonable y amable independientemente de la actitud de su vecino. Muchas veces las disputas pueden ser resueltas mediante la rendición y la negociación pacífica. Hay muchas oportunidades para practicar el camino de paz en nuestros negocios. Los desacuerdos financieros a menudo son causa de conflictos. Un cristiano pone su fe en Dios y está dispuesto a sufrir pérdidas para mantener la paz. Como empleado, no se declara en huelga ni participa en sindicatos porque tienden a usar fuerza. En lugar de usar la ley para forzar el pago, el cristiano elaborará una resolución pacífica o perdonará la deuda.
Cuando un cristiano enfrenta una disputa, una actitud desinteresada y pacífica a menudo trae un acuerdo. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). A veces, un cristiano es sometido a una demanda judicial a pesar de que se ha hecho todo lo posible para resolver el problema. Incluso si el cristiano tiene que sufrir injustamente una pérdida, la actitud amorosa dará un testimonio claro a todos. Aunque a veces es necesario obtener asesoría legal, un cristiano pacífico no contratará a un abogado para exigir la justicia.
En cuestión de abuso
Hay algunos que pueden ser maltratados física o emocionalmente por los que les rodean. Los niños inocentes pueden ser víctimas de abuso físico o sexual. Hay relaciones que pueden verse severamente dañadas por el abuso verbal. La vergüenza y el daño emocional a menudo pasan desapercibidos o son ignorados por los que les rodean, y la víctima se siente impotente para buscar ayuda y curación.
Aun Jesús sufrió abuso verbal y físico. Él estuvo dispuesto a perdonar, comprometiéndose a Dios. En Mateo 5:44, Jesús nos enseñó a amar y orar por aquellos que nos ultrajan. El salmista nos anima a confiar en Dios cuando dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1).
Los abusados que reconocen su daño y dolor pueden perdonar y descansar mirando con esperanza al Salvador. Es importante y necesario comprometerse con Dios. Hablar con alguien de confianza y comprensión también puede ser muy útil. Con Dios, hay esperanza de restauración y recuperación.
En asuntos de la iglesia y el estado
Así como la Biblia enseña la doctrina de no resistir, también enseña la separación entre iglesia y estado. El cristiano pertenece a un reino espiritual y ministra a las necesidades de la humanidad. Es la responsabilidad del estado a mantener la ley y el orden en el mundo. El cristiano no resiste y no puede participar en una guerra de ninguna forma, ni puede apoyar la causa de una guerra (Juan 18:36). No busca cargos públicos, no vota en elecciones políticas ni es miembro del jurado. Más bien, buscará contribuir a la causa de paz y aliviar el sufrimiento en el mundo que lo rodea. Esta actitud no es de deslealtad o falta de respeto a la patria. Debemos respetar y honrar a las autoridades, pagar voluntariamente los impuestos y obedecer las leyes del país a la medida en que no entren en conflicto con la Palabra de Dios. (Romanos 13:1-7)
En la hermandad de la iglesia
Cuando el espíritu de Cristo predomina en la hermandad, hay ...
perdón en lugar de guardar rencor.
palabras que ministran amabilidad al oyente en lugar de chismes y mal hablar.
apoyo y cuidado mutuo en lugar de celos y envidia.
plática edificante en lugar de discusiones acaloradas.
caridad y pacificación en lugar de odio y maledicencia.
reconciliación y restauración en lugar de divisiones.
La hermosa bendición en 2 Tesalonicenses 3:16 incluye todo: “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros”.