Antes del tiempo de Cristo, los hijos de Dios le adoraban a través del cumplimiento de leyes, observación de días de fiesta y los sacrificios y ofrendas. Tenían símbolos y rituales que representaban la era venidera del evangelio. Esta adoración incluía el uso de instrumentos musicales. Se mencionan con frecuencia en el Antiguo Testamento, especialmente en los Salmos. David fue un cantante que era experto en el uso de los instrumentos.
En la era del evangelio, los sacrificios, símbolos y figuras han sido reemplazados por Jesús, el Cordero de Dios. Jesús satisfizo la ley. Los sacrificios y rituales tan importantes en el Antiguo Testamento fueron abolidos, y ahora Dios quiere que le adoremos de corazón. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). La salvación es un asunto del corazón.
No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que la iglesia primitiva usaba instrumentos musicales. Se mencionan en el Nuevo Testamento como ejemplos de comparación (1 Corintios 13:1; 14:7) y en Apocalipsis refiriéndose a la música en el cielo (Apocalipsis 14:2; 15:2).
Pablo, en su sermón a los atenienses, declaró que Dios no es “honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25). El canto vocal es ejemplificado y mandado repetidamente en el Nuevo Testamento. Jesús cantó un himno con sus discípulos. “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos” (Mateo 26:30, Marcos 14:26). “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían” (Hechos 16:25). Santiago escribió: “¿Está alguno alegre? Cante alabanzas” (Santiago 5:13). Pablo instruyó a los cristianos a cantar salmos, himnos y cánticos espirituales (Efesios 5:19; Colosenses 3:16; 1 Corintios 14:15).
Dios quiere que el corazón y el espíritu del adorador sean puros y que esté dispuesto a cumplir con la voluntad de Dios a toda costa. Jesús dijo: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23).