En su búsqueda por la felicidad, el hombre ha probado muchos caminos en este mundo, pero siempre ha quedado decepcionado. Entre los caminos del mundo están: el de la riqueza, de la actividad social y del uso del tabaco y alcohol. Todos estos senderos le han dejado con un vacío adentro. En Juan 4:1-30, Jesús se refería a este vacío cuando habló con la mujer de Samaria junto al pozo donde sacaba agua. Jesús le ofrecía agua viva que iría a satisfacer el anhelo profundo que tenía en el alma. El agua natural del pozo satisfacía la sed natural, pero Jesús quería satisfacer su necesidad espiritual.
Hoy en día poca gente admite que tiene sed espiritual en el alma. Este anhelo espiritual siempre existe aunque por medio del trabajo u otros quehaceres, el hombre lo suprima. Por esta razón Dios mandó a Jesús para librar al hombre de las tentaciones y pecados que ofrece el mundo. Jesús ofrece al hombre que está cautivo en el pecado, la esperanza de libertad y renovación de corazón y mente.
Por qué la gente usa el tabaco
¿Por qué es tan común el uso del tabaco? ¿Acaso ofrece satisfacción perdurable? ¿O tal vez es la admiración por algún personaje popular que lo hace? A veces el hombre siente la necesidad de cumplir con ciertos hábitos para que los demás lo acepten, aunque él mismo no tenga tanto deseo de meterse en esas costumbres. ¿O será para satisfacer el vacío que siente a causa de la falta de seguridad? Sería bueno seriamente considerar estas preguntas.
La inseguridad en uno mismo a veces causa que la persona se meta en actividades vanas para evadir los asuntos importantes que le deben preocupar. A veces cultiva vicios malos para dar la impresión de tener todo bajo control. Estando nervioso, necesita algo en la mano para calmarse. Lo intenta con el cigarrillo, pero eso no le trae una calma duradera.
Algunos jóvenes se dejan influir por los actores o cantantes mundanos. O tal vez un amigo les ofrece un cigarrillo. Los anuncios presentan a jóvenes robustos y sanos fumando y nos dejan con la impresión de que no es dañino fumar. A veces un joven imita a su papá o mamá. Se consuelan con la promesa vana que cuando quieren, van a dejar de fumar. Demasiado tarde se dan cuenta que están capturados en el vicio adictivo del tabaco.
¿Es pecado usar el tabaco?
¿Será malo usar el tabaco? ¿Dice la Biblia que es pecado? Son preguntas frecuentes y merecen una respuesta. No, la Biblia no menciona el vicio del tabaco. Pero sí, nos da consejos y principios que podemos usar como guía en cuanto a esto.
La Biblia enseña claramente que el cuerpo no es propio de uno, sino que debe ser el templo de Dios y de su Espíritu. 1 Corintios 3:16,17 enseña que es pecado profanar o dañar el cuerpo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. El uso del tabaco sin duda debilita y destruye el cuerpo que Dios nos dio para su honra y servicio. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19).
Dios nos ruega que nos abstengamos de los vicios carnales que menguan el apetito del hombre para las cosas espirituales. “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11). Ambos, el placer carnal que se busca en el uso del tabaco, y la manera en que distrae a uno de los valores eternos, comprueban que es un enemigo del alma. El uso del tabaco es un esfuerzo para satisfacer los deseos carnales. La Biblia dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5).
Dios quiere que sus siervos vivan una vida pura, separada de la vida mundana que les rodea. Cuando aceptamos a Cristo y su camino y cargamos la cruz, vivimos en una manera diferente a los impíos. El apóstol Pablo escribe que: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14). ¿Acaso se puede decir que el vicio del tabaco es puro, sano y limpio, y que no molesta a nadie? ¿Acaso cabe dentro de las actividades de una persona que se ha separado del mundo por medio de la cruz de Jesús? Tenemos que admitir que el uso del tabaco nos identifica con los caminantes del camino ancho que sólo buscan su propio gusto y placer, y no la voluntad de Dios.
Los bienes malgastados
Malgastar el dinero comprando tabaco muchas veces deja la familia sin los recursos necesarios para una vida digna. Este abuso de los recursos causa mucha miseria y sufrimiento en el mundo hoy en día. Grandes cantidades de dinero se malgastan en la compra de tabaco y en otros placeres egoístas mientras los demás de la familia carecen de algo para comer y vestirse. “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:2).
Dios puede librar
Dios te ama y espera que te entregues a él tal como eres. Él es capaz de librarte del vicio del tabaco, aunque sea adictivo y te parezca muy difícil dejarlo. Con gusto Dios te llevará en sus brazos poderosos y con su poder majestuoso te sacará de tu lío. “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18,19).
Si tu usas el tabaco tal vez te preguntes: “¿Qué dirán mis amigos si lo dejo? ¿Qué pensarán si no puedo dejarlo? Tantas veces he hecho la lucha y nunca he podido. Tanto me atrae el hábito, y me siento mejor cuando al fin fumo uno. ¿Quién me ayudará? ¿Acaso Dios sabe que tan agobiado me siento?”
Dios conoce la parte más íntima de tu corazón. No tan sólo conoce tus problemas, sino que él entiende como Satanás te tiene preso en sus garras. Tal vez sea cierto que tu orgullo te llevó lejos de Dios, y que estos problemas existen porque querías ser como tus amigos. Sin embargo, Jesús murió en la cruz para dar libertad a los que están encadenados al pecado. Satanás es un amo muy cruel. Pero los que reconocen su necesidad de ser librados, y se niegan a sí mismo, encontrarán ayuda. Romanos 6:5,6 nos enseña que: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”. Dios nos creó a su imagen y quiere que le glorifiquemos con nuestra vida. Las Escrituras dicen en 1 Corintios 6:20 que: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” Las mismas cosas que no glorifiquen a Dios son las que i dejan un vacío amargo en el alma. Por mucho que nos esforcemos para encontrar la felicidad en las cosas carnales, nunca la alcanzamos. La compasión de Dios y su misericordia extienden la mano a los que se encuentran cautivos en los vicios para sacarlos del fango y ponerlos sobre la roca firme, Jesucristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).