Todos los hombres desean tener una vida exitosa, emocionante y llena de suerte. Algunos se dedican a una educación avanzada. Otros pasan la vida absortos en hacerse ricos. Todavía hay otros que se dan a los deportes de alto riesgo y la emoción que los acompaña. El juego, que tiene varias formas, llama la atención de algunos. El sueño de algún día ganar el premio gordo les envuelve por completo y llega a ser muy adictivo. Muchos hogares han fracasado porque el padre o la madre se enredó en el juego. Vidas han fracasado y familias enteras han sido abandonadas porque alguien no podía evitar la casa de juego.
EL COSTO
Generalmente, la gente empieza a jugar de una manera pequeña. Son pocos los gastos al principio, y parece ser inocente y divertida; una manera de escapar de los quehaceres de la vida. Hay música encantadora, botanas, alcohol y mujeres ajenas. En este ambiente alegre los sentidos y el juicio pronto se entorpecen. En poco tiempo los impulsos andan fuera de control. Ellos que atienden a los clientes saben bien desarrollar este ambiente seductor.
La primera apuesta será pequeña con poco riesgo, pero al ganar algo, la precaución se pierde y las apuestas y el riesgo se aumentan. Al fin es casi imposible no hacer una apuesta más; ¡solamente una! Por la ilusión, pierden todo el dinero y a veces casas y tierras. Todos ofrecen en este altar del juego porque esperan una vuelta afortunada en la jugada siguiente, pero ésta casi nunca se realiza. El juego envicia la gente y los conduce en un camino hacia abajo. Endeudarse para cubrir las pérdidas parece una solución, pero pronto se alcance los límites del crédito. Robar puede ser una tentación para algunos para cubrir las deudas. Uno se decide dejar de jugar, pero no piensa que pueda hacerlo. Algunos buscan alivio en alcohol, y otros consideran suicidarse por la desesperación que sienten. Su vida y las de sus amados quedan arruinadas.
Un señor respetable murió dejando una fortuna a su esposa porque habían trabajado duramente durante la vida. Después, ella se divertía en el bingo con apuestas pequeñísimas. Pero de allí creció el vicio hasta incluir alcohol y apuestas cada vez más grandes. En poco tiempo perdió casi todo lo que habían ahorrado. A veces la encontraban borracha, echada en la calle. Había caído en la trampa de Satanás hasta perder casi toda la esperanza.
¿Te das cuenta de cuan egoísta es apostar el dinero en los juegos? Los hijos sufren hambre, los pagos no se hacen, las amistades fracasan y el hogar se deshace porque alguien siguió sus deseos egoístas. Algo que parecía tan inocente ha destruido la calidad de vida; de la abundancia a la pobreza. Es un precio alto, demasiado alto. ¿Por qué escogerías pagarlo?
¿POR QUÉ LA ATRACCIÓN AL JUEGO?
Muchas veces es la avaricia que empuja a una persona meterse en el juego. La avaricia es un anhelo desmedido por las riquezas u otras cosas. La gente siempre ha tenido el deseo de ser rico, famoso y estimado por los otros. Estar en control mima la carne. La Biblia dice: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).
Muchos creen que el contentamiento es enlazado con la prosperidad y una vida desahogada. Aunque el deseo de hacerse rico es natural, no viene de Dios. La Biblia dice: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15).
Jesús nos enseñó a compartir lo que tenemos con los demás. No quería que nos aprovecháramos de las pérdidas de otros. “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mateo 5:42). ¿Te has pensado en quién pierde cuando tú ganas? “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). No hacer caso al sufrimiento y las pérdidas de otros para que yo pueda divertirme es puro egoísmo.
Todo lo que somos y tenemos pertenece a Dios. ¿Le agrade a Dios cuando uno apuesta con lo suyo? Debemos ser mayordomos fieles cuidando de los bienes que él nos ha entregado. “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2).
¡TÚ PUEDES GANAR!
¿Te sientes culpable y desesperado después de pasar un tiempo en los juegos? ¿Quisieras ser librado de este vicio? ¡Hay un remedio! Dios te ama y quiere que llegues a él tal como eres. Él es capaz de liberarte. Su poder es más que suficiente para vencer tus problemas. Aunque pienses que no hay ayuda para ti, hay esperanza cuando reconoces que a solas, tú eres incapaz de hacer frente a este vicio del juego. El apóstol Pablo dijo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:24-25). Pablo reconoció que su única esperanza era Jesucristo. Dios mandó a Jesús para redimirte del pecado y la tentación.
Misericordiosamente, Jesús nos ofrece una invitación preciosa: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). Confiesa honradamente tus pecados y ven a Jesús sin excusas ni temor. Ruégale salvarte de la red del juego. Entrégale tu corazón con todos sus pensamientos, culpa y pecado. Él te ama y llenará el vacío doloroso de tu corazón. Lo hará posible vivir de una manera nueva. Puedes tener gozo y paz en tu corazón. Puedes estar libre de la culpabilidad y la pena del pasado. El camino de Jesús es pacífico y victorioso. Ven, él te espera con brazos extendidos. “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).