Tratados
Hay solamente dos destinos, puesto que en el día de juicio no habrá más que dos clases de personas. “Los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
Hay problemas donde quiera. La enfermedad, la infelicidad y muchos males son parte de la vida. ¿Dónde comenzó todo eso? ¿Siempre ha sido así? La Biblia, la Palabra de Dios, tiene las respuestas a estas preguntas. Los dos primeros capítulos de la Biblia hablan de un hermoso jardín llamado Edén, que Dios creó para Adán y Eva. Ellos fueron creados perfectos y sin pecado.
Todos los hombres desean tener una vida exitosa, emocionante y llena de suerte. Algunos se dedican a una educación avanzada. Otros pasan la vida absortos en hacerse ricos. Todavía hay otros que se dan a los deportes de alto riesgo y la emoción que los acompaña. El juego, que tiene varias formas, llama la atención de algunos. El sueño de algún día ganar el premio gordo les envuelve por completo y llega a ser muy adictivo. Muchos hogares han fracasado porque el padre o la madre se enredó en el juego. Vidas han fracasado y familias enteras han sido abandonadas porque alguien no podía evitar la casa de juego.
¿Sabes que hay un libro que explica cómo empezó el mundo? Las primeras palabras de este libro son: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. A continuación, habla de la creación del mundo y el primer hombre y mujer que vivieron en la Tierra. No habla solamente del comienzo de los tiempos, sino también de lo que sucederá después de que termine la vida. A lo largo de este libro, leemos cómo debemos vivir para estar preparados para la vida después de la muerte.
Hay una manera de vestirse que concuerda con el supremo llamamiento cristiano. Pablo escribe a los filipenses: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27). La manera en que alguien se viste es como una ventana, dándonos una vista adentro del corazón. Declara la estima que tiene de sí mismo y revela quien manda en su vida. La voluntad de Dioses que el cuerpo humano sea cubierto de manera modesta, sin exhibirse. Los verdaderos discípulos de Cristo siempre se conocen por su vestuario modesto.
Entre todas las historias, la historia del nacimiento de Cristo queda más cerca al corazón de los cristianos. Es uno de los milagros más grandes de todas las edades. En ella se revela el amor de Dios al ser humano. El hombre, por el pecado, se apartó de la comunión con Dios. Dios prometió a Adán y Eva un redentor después de su transgresión en el huerto de Edén (Génesis 3:15). Era el plan de Dios restaurar o hacer volver lo que fue perdido.
LA PUREZA EL AMOR LOS HOGARES FELICES LA CONFIANZA LA CONCUPISCENCIA LA VERGÜENZA EL TEMOR LOS HOGARES DESCOMPUESTOS LA SOLEDAD
¿Has sido perdonado? Tu futuro eterno depende de la respuesta a esta pregunta seria. La Biblia nos enseña que “no hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). El versículo 23 del mismo capítulo dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Debemos encontrar el perdón de Dios si queremos ser salvos de las consecuencias del pecado. Algún día nos encontraremos con el Señor en el juicio. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10).
“Venid, ved.” Estas palabras escritas en Juan 4:29 fueron habladas por una mujer samaritana con un sentido de asombro y admiración. Ella acababa de conocer un hombre en el poso del pueblo que dijo que era el Mesías. Aunque no hablaron muchas palabras, algo le convenció que Él sabía todo acerca de ella. Ella sintió su amor y compasión aunque estaba viviendo en pecado. Con urgencia regresó a su pueblo, olvidándose de su cántaro. “Venid,” ella dijo, “venid a ver y escuchar por ustedes mismos”.
Jesús estableció su reino cuando estuvo en la tierra. Nosotros que hemos entrado en este reino hemos hallado que es un lugar de placer profundo y satisfacción duradera. Es un reino de paz. Allí no hacemos instrumentos de destrucción, ni nos adiestramos para la guerra (Isaías 2:4). El mundo ha tenido muchos reinos en el pasado, pero han ascendido por la fuerza de sus reyes y guerreros y han caído por sus debilidades.